Por Florencia Valsecchi
En tan solo 60 segundos, se generan 72 horas de videos en Youtube, se comparten más de 2.4 millones de piezas en Facebook y se generan más de 216 mil imágenes. Las redes sociales se han vuelto una galería de múltiples talentos. Nunca antes había existido una herramienta abierta a todos y con gran alcance popular. Tal es así, que aquel que tenga algo interesante para compartir puede lograr difusión rápida, a tal punto de transformar su nombre en una marca.
Para muestra basta un caso: Matías Gómez, con tan solo 18 años, es pionero del fenómeno booktuber en Argentina, un grupo de jóvenes sub 25 que recomiendan libros por You Tube. “Si yo fuese una marca reconocida me sentiría bien, dice. No voy a negar que si pudiera vivir de esto lo haría, pero no me quiero quedar solamente en la recomendación de libros. Tener la oportunidad de ser conocido, para mí significaría mucho, ya que siempre quise transmitir buenos mensajes a la gente que me mira y esa sería una forma muy buena”.
En la misma línea, Agustín Giganti, músico nato y guitarrista con su propio canal de Youtube, alcanzó 18 mil reproducciones en Taringa. La fama le llegó cuando publicó un solo de jazz, sacado de oído, que le llevó un año de trabajo. Su posteo fue el más puntuado del día y uno de los primeros puestos del mes. “Fue una experiencia increíble porque recibí un montón de comentarios lindísimos y llegué a un montón de gente nueva. Todos los videos que subía a YouTube los publicaba también en Taringa para llegar a más gente”.
Sin embargo, hay quienes aún consideran que hacer arte implica autenticidad en las producciones y la popularidad puede generar un efecto inverso. Yuri Dolinsky, humorista y amante del stand up, reconoce la importancia de las redes para difundir contenidos pero de todos modos, no es lo que más le atrae. Considera que “si no tenés constancia y algo de popularidad previa, no sirve”. “No me gustaría convertirme en una marca, generalmente cuando los comediantes se masifican mucho, bajan la calidad de lo que hacen o se encasillan en un lugar. Si bien es la forma en la que se vuelve redituable, no quisiera que me pase”, destacó Yuri.
También cabe preguntarse si la fugacidad de las redes se le pega al arte cuando se comparten por ese canal los contenidos. “Creo que la música, junto a todas las disciplinas artísticas, se volvió más efímera. Perdimos el hábito de la escucha atenta. Las redes sociales ayudaron a que este fenómeno se profundice. Por eso es importante que sigan existiendo las presentaciones en vivo, las exposiciones y los museos. Hoy podés acercar tu arte a millones de personas, pero yo apunto a que, algún día, esa persona que me escuchó, me venga a ver tocar”. Expresó Giganti.