Por Belén Colombo y Melina Santuccio
Personas con chips detrás de la oreja, softwares para hablar con tu pareja fallecida o para borrar la mente de las personas. No es una película de ciencia ficción sino situaciones que muy probablemente ocurran dentro de 10 años. O por lo menos son factibles para Charlie Brooker, creador de la serie Black Mirror, que gira en torno a cómo la tecnología influye en nuestra vida y genera consecuencias que no siempre son las esperadas. Con un condimento de “tecno-paranoia”, la serie se centra en nuestra ansiedad de dominar el mundo moderno, oscilando entre el placer y la incomodidad.
La realidad no lo desmiente. Tal como afirma el ejecutivo de cuentas de BBDO Argentina, Daniel Albamonte, “El desarrollo tecnológico no tiene límites. Lo que antes pensábamos que era ciencia ficción hoy es real”. Martín Bonadeo, docente de Creatividad de la Carrera de Publicidad y Comunicación Institucional de la UCA va más lejos “Creo que lo más interesante de nuestra época es que los avances tecnológicos están siendo exponenciales, totalmente disyuntivos e inimaginables. Muchos de los avances que usamos a diario como Facebook, YouTube o Twitter nunca estuvieron presentes en la ciencia ficción. Por lo tanto es solo cuestión de imaginar utópicamente y tratar de ver hasta dónde se puede llegar en los diversos campos”. Por ejemplo, Juan Pablo Lechenet, Director de arte de Havas Media, imagina que la vía pública utilizará hologramas “Me imagino que tendrán una base que proyecte hacia arriba una imagen 3D del producto, además de tener audio”.
En uno de los capítulos de Black Mirror un microchip implantado les permite a los personajes grabar absolutamente todo lo que ven, dándole la posibilidad de volver físicamente a los momentos almacenados. No hay límites y todo parece ser posible. Esta idea no se aleja a la posibilidad de tele transportación que imagina Juan Pablo, es más, el cree que en un futuro la posibilidad de viajar en el tiempo va a existir. ¿Generará esto una línea de ropa retro para viajar a épocas lejanas?
Que la tecnología está inmersa en nuestra vida es una afirmación obvia. Según el Director de arte de Havas, “sus efectos secundarios serían principalmente la dependencia y el autismo”.
En línea con esta respuesta, Martín Bonadeo, docente de la materia Creatividad de la Carrera de Publicidad y Comunicación Institucional de la UCA cree que “cada vez es más difícil que alguien esté ‘completo’ en un lugar y esto está modificando enormemente las relaciones interpersonales en todos los niveles”. Por eso cree que van a modificarse las agencias: “no van a existir más como las conocemos” ya que “los medios se diversifican y el esquema de los departamentos clásicos de una agencia se mueven todo el tiempo y mi sensación es que en 10 años se van a mover mucho más aún”. En cambio, para Juan Pablo “las agencias grandes van a sobrevivir”
El mundo cambió tanto y tan rápido que las conclusiones que se pueden sacar son muy diversas. Martín espera que se salga del modelo de grandes estructuras con muchos empleados para pasar a pequeñas estructuras de profesionales independientes trabajando en red para distintos proyectos. Sin embargo Black Mirror no parece pensar lo mismo mostrando cómo las empresas retornan al viejo modelo vertical y unidireccional, entonces ¿cómo estaremos dentro de 10 años?
Albamonte nos da un consejo: “el gran desafío que tenemos es poder utilizar estos desarrollos como herramientas y no como la idea. Siento que frente a una novedad tecnológica nos obnubilamos y corremos detrás de ella sin entender mucho qué nos aporta pero queremos ser pioneros y no quedarnos afuera de nada”.
Y Bonadeo recomienda la sutileza: Creo que cada vez menos gente quiere ver publicidad. Las nuevas generaciones no quieren que les vendan nada y cuando sospechan que hay intenciones comerciales detrás de un mensaje, lo ignoran. Venimos de un siglo XX que violó todos nuestros espacios para poner publicidad y desarrollamos una coraza para que esta publicidad ya no tenga efecto. Creo que la comunicación comercial sumada a la inteligencia artificial y a las bases de datos puede llegar a hacer ofertas mucho mejor direccionadas y por ende menos agresivas que lo que estamos acostumbrados.